viernes, 30 de octubre de 2015

El sembrador



De aquel rincón bañado por los fulgores
del sol que nuestro cielo triunfante llena;
de la florida tierra donde entre flores
se deslizó mi infancia dulce y serena;
envuelto en los recuerdos de mi pasado,
borroso cual lo lejos del horizonte,
guardo el extraño ejemplo, nunca olvidado,
del sembrador más raro que hubo en el monte.

Aún no sé si era sabio, loco o prudente
aquel hombre que humilde traje vestía;
sólo sé que al mirarle toda la gente
con profundo respeto se descubría.
Y es que acaso su gesto severo y noble
a todos asombraba por lo arrogante:
¡Hasta los leñadores mirando al roble
sienten las majestades de lo gigante!

Una tarde de otoño subí a la sierra
y al sembrador, sembrando, miré risueño.
¡Desde que existen hombres sobre la tierra
nunca se ha trabajado con tanto empeño!
Quise saber, curioso, lo que el demente
sembraba en la montaña sola y bravía;
el infeliz oyóme benignamente
y me dijo con honda melancolía:
-Siembro robles y pinos y sicomoros;
quiero llenar de frondas esta ladera,
quiero que otros disfruten de los tesoros
que darán estas plantas cuando yo muera.

-¿Por qué tantos afanes en la jornada
sin buscar recompensa? dije. Y el loco
murmuró, con las manos sobre la azada:
-Acaso tú imagines que me equivoco;
acaso, por ser niño, te asombre mucho
el soberano impulso que mi alma enciende;
por los que no trabajan, trabajo y lucho,
si el mundo no lo sabe, ¡Dios me comprende!

Hoy es el egoísmo torpe maestro
a quien rendimos culto de varios modos:
si rezamos, pedimos sólo el pan nuestro.
¡Nunca al cielo pedimos pan para todos!
En la propia miseria los ojos fijos,
buscamos las riquezas que nos convienen
y todo lo arrostramos por nuestros hijos.
¿Es que los demás padres hijos no tienen?...
Vivimos siendo hermanos sólo en el nombre
y, en las guerras brutales con sed de robo,
hay siempre un fratricida dentro del hombre,
y el hombre para el hombre siempre es un lobo.

Por eso cuando al mundo, triste contemplo,
yo me afano y me impongo ruda tarea
y sé que vale mucho mi pobre ejemplo,
aunque pobre y humilde parezca y sea.
¡Hay que luchar por todos los que no luchan!
¡Hay que pedir por todos los que no imploran!
¡Hay que hacer que nos oigan los que no escuchan!
¡Hay que llorar por todos los que no lloran!
Hay que ser cual abejas que en la colmena
fabrican para todos dulces panales.
Hay que ser como el agua que va serena
brindando al mundo entero frescos raudales.
Hay que imitar al viento, que siembra flores
lo mismo en la montaña que en la llanura.
Y hay que vivir la vida sembrando amores,
con la vista y el alma siempre en la altura.

Dijo el loco, y con noble melancolía
por las breñas del monte siguió trepando,
y al perderse en las sombras, aún repetía

¡Hay que vivir sembrando! ¡Siempre sembrando!...

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miércoles, 28 de octubre de 2015

Atiende al consejo, joven



Oye joven, sé prudente; 
apártate para Dios 
Entrégate a El por completo; 
toma hoy la decisión. 

El mundo mucho te ofrece; 
se presenta en su esplendor 
Pero al final del camino 
todo es desilusión. 

La carne con sus pasiones 
provoca a la tentación 
Si no la vences a tiempo, 
te lleva a la perdición. 

Es una trampa, no cedas; 
es lazo del tentador 
Repréndelo en el momento, 
si no, te espera el dolor. 

Mira arriba, hacia el cielo; 
busca el rostro del Señor 
Es el refugio seguro, 
el lugar de bendición. 

El es el Amigo fiel; 
conoce tu corazón 
Es el que llena el vacío; 
da plena satisfacción. 

Sé sabio, sigue a la meta; 
haz tú como el corredor 
se sacrifica a sí mismo 
por tener el galardón.



Autor:
Zaida C. de Ramón

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martes, 27 de octubre de 2015

Ábrele tu corazón



¡Si tú supieras, amigo, lo mucho que Dios te ama!
Te lo muestra cada día desde las horas tempranas.
Te levanta, te alimenta, te viste, también te calza;
y si te encuentras enfermo, si le pides, El te sana.

Piensas que lo tienes todo, ¡Pues algo especial te falta!
aunque ahora no lo entiendas lo comprenderás mañana.

Es de niños entenderlo al sabio le es cosa extraña
¡Pues a ti Dios te ama tanto que como a niño te habla!

¿Quieres, mi amigo, ir al cielo cuando de este mundo partas?
Cree solo en JESUCRISTO; Él quiere salvar tu alma.

En este día del Señor clamo por ti al Dios del cielo
que ponga en tu corazón darte a Él con grande anhelo.

Recuerda los beneficios que por amor Él te ha dado;
de todos, el más hermoso, el más valioso y más alto;
aquél que no tiene precio pues con sangre fue pagado.

Es la salvación eterna, es vivir siempre a su lado.
Es que te amistes con El, con tu Dios que te ha creado.

Dale importancia al consejo que por amor hoy te damos;
ábrele tu corazón a Aquel que al mundo te trajo.


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Si llegas a ser madre



Si llegas a ser madre, sabrás lo que es ternura,

Si llegas ser madre, sabrás lo que es amor,
Si llegas ser madre, sabrás de la dulzura
Que a un hijo le da vida y calor.

Si llegas ser madre, sabrás de la alegría
Que el alma experimenta viendo a un hijo feliz.
Si llegas a ser madre, tendrás la hegemonía 
del amor que te eleva del mundo a emperatriz.

Si llegas a ser madre, sabrás de la agonía
Que el alma nos destroza viendo a un niño sufrir.
Si llegas a ser madre, conocerás el día
Más diafano y gozoso que tenga tu existir.

Si llegas a ser madre, conocerás la angustia
Más terrible y amarga que amenaza el vivir
que mata la ventura y el alma pone mustia 
pensando que tu hijo se pueda un día morir.

Si llegas a ser madre, podrás decir, gloriosa:
"He vivido la vida, ya me puedo morir. 
Por mí, sigue la especie su marcha victoriosa,
por mí, el hombre por siempre tendrá que subsistir."

Autor
Ana R. Jiménez Rojo

La corona de la Vida





"He aquí , yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona." 
Apo 3 :11.

Ten cuidado de tu vida, 
ya no es tiempo de jugar; 
toma en serio tu corona 
u otro toma tu lugar.

En los tiempos que vivimos 
muchos santos han caído; 
al igual que en el pasado, 
han perdido su objetivo.

Se debe a la doble vida 
que paralela vivimos. 
Detengámonos, hermanos; 
así, corremos peligro.

Oye, hermano; 
reflexiona en forma personal. 
¿Qué lugar tiene en tu vida tu carrera espiritual? 
Quizás ocupe el primero; 
quizás, el segundo lugar. 
Decídete hoy, mi hermano, 
que es peligroso tardar.

Si el primero, ¡gloria a Dios!; 
si el segundo, hay que orar,
 implorando al Dios del cielo 
que nos pueda rescatar.

 ¡Oh, mi querida iglesia! 
al ver nuestra condición, 
como ovejas descarriadas 
que no siguen al Pastor.

Mi corazón se entristece 
y se llena de dolor 
viendo los bancos vacíos
y reinando el desamor.

Por medio de estas palabras 
quiero llamar tu atención. 
¡Aférrate a la esperanza y vuelve al primer amor!

Que nuestro Dios nos bendiga 
y nos ayude a pensar 
en las grandes maravillas 
que Jesús fue a preparar : 
una ciudad deslumbrante 
de tamaño colosal, 
que tiene calles de oro
y herrmoso mar de cristal; 
sus muros,  piedras preciosas, 
doce puertas para entrar. 
Piensa en estas maravillas 
y no pierdas tu lugar.


Autor: Marvin Perdome

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Grandeza Sublime



Señor, en el poema sublime de los cielos 
absorto yo contemplo las huellas de tu mano; 
la selva majestuosa, las aves en sus vuelos
me dicen que tú moras en el profundo arcano.

No obstante las auroras me cuentan de tu gloria, 
la brisa fresca y pura me enseña tu existencia, 
la dulce primavera me canta tu victoria 
y el trueno pavoroso tu grande omnipotencia.

El aire que respiro me dice a cada instante
 que tú diste la vida a todas las criaturas, 
y tú las alimentas con tu cuidado amante,
porque tu mano es fuente de pródigas harturas.

Yo sé que tú formaste los cielos y la tierra, 
que de la nada todo trajiste a la existencia, 
que tu palabra eterna la gran verdad encierra
y en ella se revela la gloria de tu ciencia.

Yo sé que todo hiciste, Señor, con hermosura; 
perfectas son las obras salidas de tu mano, 
pues si a la fría noche cubriste de negrura,
al día regalaste la luz del meridiano.

Yo sé también, Dios mío, que tú eres fuente eterna 
de amor y de esperanza y de feliz consuelo,
que al pecador acoges con mano dulce y tierna 
y luego lo conduces a la mansión del cielo.

Señor, cuando en mis horas amargas de quebranto, 
me veas vacilante andando por la vida,
conforta tú mis pasos, enjuga tú mi llanto, 
mitiga los dolores agudos de mi herida.


Y cuando todo venga a su final ocaso
en este mundo artero, maléfico y sombrío, 
Escóndeme del mal en tu feliz regazo 
y sálvame en tu diestra, Señor, Señor Dios mío. 

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