Cuando
algún vendaval tu vida agite
y
tu pecho el dolor tenga oprimido,
no
preguntes a Dios, «por qué permite»
Di
más bien, para qué lo ha permitido.
Porque
Él tiene un propósito, y tu herida
es
sin duda un peldaño, que, aunque estrecho,
Dios
lo ha puesto queriendo que en tu vida
desarrolles
tu don con más provecho.
Si
es que anhelas ser fiel, sufre y espera.
Recuerda
que el Señor te está guiando,
y
al final, cuando esfume tu quimera,
sabrás
por qué en su amor te está probando.
Siempre
no durará lo que hoy padeces;
todo
aquí en esta vida es pasajero.
Tras
la noche, radiante el día aparece
deslumbrando
hasta el último lucero.
Sí
Satán te empujara hacia el pecado,
resiste
hasta triunfar como un valiente.
Que
también Jesucristo fue tentado
y
jamás resbaló por la pendiente.
Hermoso poema!
ResponderEliminarConfortable.
ResponderEliminarQue hermoso poema. Bendiciones.
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