sábado, 3 de abril de 2021

Grandeza Sublime


Señor, en el poema sublime de los cielos absorto yo contemplo las huellas de tu mano; la selva majestuosa, las aves en sus vuelos me dicen que tú moras en el profundo arcano. 

No obstante las auroras me cuentan de tu gloria, la brisa fresca y pura me enseña tu existencia, la dulce primavera me canta tu victoria y el trueno pavoroso tu grande omnipotencia. 

El aire que respiro me dice a cada instante que tú diste la vida a todas las criaturas,  y tú las alimentas con tu cuidado amante, porque tu mano es fuente de pródigas harturas. 

Yo sé que tú formaste los cielos y la tierra, que de la nada todo trajiste a la existencia, que tu palabra eterna la gran verdad encierra y en ella se revela la gloria de tu ciencia. 

Yo sé que todo hiciste, Señor, con hermosura; perfectas son las obras salidas de tu mano, pues si a la fría noche cubriste de negrura, al día regalaste la luz del meridiano. 

Yo sé también, Dios mío, que tú eres fuente eterna de amor y de esperanza y de feliz consuelo, que al pecador acoges con mano dulce y tierna y luego lo conduces a la mansión del cielo. 

Señor, cuando en mis horas amargas de quebranto, me veas vacilante andando por la vida, conforta tú mis pasos, enjuga tú mi llanto, mitiga los dolores agudos de mi herida. 

Y cuando todo venga a su final ocaso en este mundo artero, maléfico y sombrío, escóndeme del mal en tu feliz regazo y sálvame en tu diestra, Señor, Señor Dios mío. 

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